Arqueólogos israelíes hallaron un esqueleto de 6.000 años hasta con piel y fragmentos de una Biblia
Los manuscritos tenían líneas en griego y la palabra «Dios» en hebreo.
Arqueólogos israelíes anunciaron el descubrimiento de docenas de nuevos fragmentos de los Manuscritos del Mar Muerto encontrados en una cueva del desierto de Judea y que creen que fueron escondidos durante una revuelta judía contra Roma hace 1.900 años.
También apareció un esqueleto, que creen que era de una chica, de 6.000 años de antigüedad, que tenía hasta piel y cabello, debido a las condiciones de la cueva.
Y una cesta de tejidos vegetales de 10.500 años, que podía contener entre 90 y 100 litros.
El esqueleto fue hallado cerca del Mar Muerto, en la llamada «cueva del horror». Los arqueólogos estaban moviendo dos piedras planas y vieron un pozo poco profundo cavado debajo de ellas: allí estaba el esqueleto, en posición fetal. Creen que era una menor y determinaron que tiene una antigüedad de 6.000 años.
La joven había sido enterrada con cuidado: tenía una tela alrededor de la cabeza y el pecho, como una pequeña manta. Los pies sobresalían y había un pequeño bulto de tela agarrado en sus manos. La piel, los tendones e incluso el cabello se conservaron parcialmente.
El cuerpo se conservó en gran medida por el clima de la cueva y experimentó «un proceso de momificación natural», dice Ronit Lupu, experta en Prehistoria.
Los fragmentos de pergamino contienen líneas en griego antiguo de los libros de los profetas menores Zacarías y Nahum, aparece la palabra Dios en hebreo y han sido datados a través de las pruebas de radiocarbono en el siglo II, de acuerdo con la Autoridad para las Antigüedades de Israel (AAI).
El lugar del hallazgo
Son los primeros manuscritos encontrados en excavaciones arqueológicas en el desierto del sur de Jerusalén en 60 años
Los Manuscritos del Mar Muerto, una colección de textos judíos hallados en cuevas del desierto en Cisjordania cerca de Qumrán en los años cuarenta y cincuenta, abarcan desde el siglo III a.C. al siglo I d.C. Incluyen las copias de textos bíblicos más antiguas conocidas y documentos que delinean las creencias de una secta judía poco comprendida.
Las nuevas piezas se cree que pertenecen a un conjunto de fragmentos de pergamino encontrados en los años sesenta en un lugar denominado «la cueva del horror», situada en un remoto cañón en el desierto de Judea al sur de Jerusalén y llamada así por haberse hallado en él cuarenta esqueletos humanos durante las excavaciones.
La cueva está en la reserva natural de Nahal Hever, situada a unos 80 metros por debajo de la cima de un acantilado escarpado, y a la que solo se puede acceder haciendo rápel entre desfiladeros. Los pergaminos encontrados entonces contenían también una traducción griega de los doce profetas menores.
Se cree que los fragmentos -de la mano de dos escribas distintos-fueron preservados en la gruta durante la revuelta del líder judío Bar Kojba, una rebelión armada contra Roma durante el reino del emperador Adriano entre los años 132 y 136 d.C.
Las cuevas donde se preservaron los rollos tienen condiciones climáticas interiores que permitieron su conservación excepcional y han sido blanco de saqueadores de antigüedades en las últimas décadas, por lo que la Autoridad para las Antigüedades de Israel realizó una «operación nacional» para evitar que objetos de suma «importancia histórica» cayeran en sus manos.
Además, en otra cueva de la zona se halló una cesta de hace unos 10.500 años, de la época neolítica precerámica. Se tejió con material vegetal, se preservó gracias al clima árido y podría ser «la más antigua del mundo», destacó la AAI. La cesta tenía una capacidad de entre 90 y 100 litros y aporta nuevos datos «sobre cómo se almacenaban los productos unos 1.000 años antes de la invención de la cerámica». Sin embargo, se encontró vacía, y ahora se investigará su posible uso a partir de una pequeña cantidad de tierra de su interior.
Otro de los descubrimientos es un cargamento de monedas de hace unos 1.900 años, «con símbolos judíos como un arpa y una palmera datilera«, y entre el que también hay restos de «flechas y puntas de lanza, tela tejida, sandalias e incluso peines para piojos».
La Vanguardia y Agencias
PK
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