ADN Celam. Un llamado a la disponibilidad es lo que ha hecho el presidente del Celam en su encuentro con los funcionarios del Consejo Episcopal Latinoamericano. Lo hacía a la luz de las lecturas de la Eucaristía celebrada en la sede de la institución, donde se dice: “Aquí estoy, envíame”, y “dejaron los barcos en tierra, lo dejaron todo y le siguieron”.
Según Mons. Miguel Cabrejos, “se trata de dos narraciones de vocación, una profética y otra apostólica”. El prelado reflexionó sobre la santidad absoluta de Dios, reconociendo su sabiduría, su grandeza suprema, su esplendor invisible. Es un Dios que es visto por el profeta en su esplendor de su gloria, de su palabra y de su amor, en una experiencia de amor y de intimidad, de santo temor.
Frente a ello, Isaías relata la miseria de su humanidad, recordaba el arzobispo de Trujillo, algo que contrasta con la santidad infinita de Dios. El profeta siente que el Señor le está interpelando, siendo narradas acciones que pueden ser entendidas como un gesto sacramental, afirmó el presidente de la Conferencia Episcopal Peruana. Es a él que Dios envía, y el profeta no duda en acoger ese llamado: “Aquí estoy, envíame”, una respuesta “total y singular”, en palabras de Mons. Miguel Cabrejos.
Libertad: principio de la vocación
En la raíz de esta vocación brilla la libertad, según el prelado, “algo que Dios nos ha dado y no nos quita”. Libertad, prontitud, espontaneidad, entusiasmo, como actitudes que muestran que “es una decisión personal, es una adhesión madura, pero también es un riesgo”, algo que se cumple en la Biblia y en la historia de la Iglesia. Mons. Cabrejos definió la vocación como “un diálogo entre dos protagonistas”, entre Dios que da la gracia y envía, y el hombre que asume con valentía la misión.
Es algo que se repite en la vocación de los discípulos, unos pescadores cansados y desanimados. Jesús busca la barca de Pedro, afirmó Mons. Cabrejos, y “con la fuerza de su palabra impone el riesgo de continuar en esperanza”. En sus palabras el presidente del Celam destacó en la vocación la necesidad de dejar y servir, mostrando la necesidad de Pedro, como ocurría con Isaías, “de reconocer su impureza y de ser liberado”.
En ambas situaciones se hace presente Dios y su gracia, insistió el presidente del Celam, quien, al hilo del texto de San Lucas, destacó que lo dejaron todo, el desprendimiento, el escoger el Reino de Dios, “un paso difícil de cumplir, unidos como estamos a un conjunto de intereses, de posesiones, afectos”.
Servir a Cristo
Mons. Miguel Cabrejos llamó dejar resonar el llamado dirigido a Isaías y a Pedro, sea de forma diversa, original. El prelado hizo ver que “Dios espera siempre nuestra respuesta”, pues aun sin darnos cuenta, “Él sigue esperando nuestra decisión”. En referencia al Celam, insistió en que tiene una misión, que no es fácil, a la que a veces hay rechazo, “pero ahí está el Señor, echa las redes, siembra y dará su fruto”.
Su presidente llamó a los empleados del Celam a ver su labor como una vocación cristiana en la que están llamados a “servir a Cristo, Él es el que nos congrega, nos reúne, nos une”. Sabiendo que hay dolor, sufrimiento y muerte, Dios está ahí y nos da fortaleza.
Escuchar, discernir, planear
La Eucaristía se celebró en el marco de las reuniones de discernimiento y planificación de la Presidencia y los centros pastorales del Celam efectuada del 2 al 5 de febrero en Bogotá.
Acorde con la agenda planteada la reunión permitió constatar los avances en el proceso de construcción de la nueva sede, intercambiar conceptos sobre la evaluación de la Asamblea Eclesial, plantear lo que será la post Asamblea en relación al Sínodo de la Sinodalidad, así como la metodología necesaria para avanzar en la apropiación de los desafíos de cada uno de los centros del Celam.
Por su parte los miembros de la presidencia dialogaron sobre el avance de los proyectos pastorales, el proceso de la Asamblea Eclesial y del camino Sinodal en la instancia continental.