Con el corazón del padre

Con el corazón del padre

El periódico L’Osservatore Romano dedica una columna mensual a la Carta «Patris Corde» del Papa Francisco sobre San José. Una aportación de reflexión y profundización sobre la figura del Esposo de María y sobre la paternidad.

Alessandro Gisotti – Andrea Monda

Cuando leímos la Patris Corde nos preguntamos cómo podríamos aprovechar esta Carta que no sólo celebra un aniversario, por importante que sea, el 150º aniversario de la proclamación de San José como Patrón de la Iglesia universal, sino que también está relacionada con un Año especial dedicado a la figura del Esposo de María y, por tanto, traza un camino por el que se nos invita a avanzar.

El texto de esta Carta es tan breve como profundo, a semejanza de lo que ocurre en los Evangelios con la figura de José, al que se le dedican pocas palabras, pero cada una de ellas preciosa y fecunda. Leyendo «José según Francisco», el corazón se ensancha y al mismo tiempo se amplía la mirada sobre la paternidad, quizá nunca tan desvaída, nunca tan en crisis como hoy, y, sin embargo, por eso mismo, nunca tan necesitada de ser reentendida y reafirmada.

Nos pareció que una columna mensual, marcada por un tiempo lento en un mundo que corre cada vez más rápido, perdiendo el gusto por muchas cosas, podría satisfacer esta necesidad. Una columna que quiere ser un pequeño aporte de reflexión y profundización sobre lo que el Papa Francisco nos quiere comunicar con corazón de padre. Pero no queríamos que esta cita mensual se caracterizara por un análisis erudito y especializado, sino que esta meditación del Papa sobre San José pudiera entrelazarse con la vida concreta de las personas, pudiera anudarse con las alegrías y los trabajos de los padres y de los hijos, pero también de las madres, porque no puede haber paternidad sin filiación, ni paternidad sin maternidad.

En la sucesión de citas, nos guiaremos por el texto de Patris Corde en un intento de «poner en diálogo» a José de Nazaret con los padres de nuestro tiempo. Así, cada mes -desde abril hasta el próximo octubre- se volverá a ofrecer el texto de cada capítulo, publicado en su totalidad o en amplios extractos. Hoy proponemos la introducción de la Carta para el inicio de la sección. Los propios títulos de los capítulos serán las señales que darán dirección a la columna. «La vida es el parangón de las palabras», reza un pasaje de Los desposados muy querido por el Papa Francisco. De alguna manera, los testimonios -a través de artículos y entrevistas- que publicaremos quieren ser precisamente un signo de esa vida que es la comparación, la «verificación» de las palabras escritas en la Patris Corde. Una nueva perspectiva, por tanto, para leer o releer la Carta. Un hipertexto, se diría hoy, surgido de la experiencia de quienes han encontrado en la figura de San José un apoyo en la prueba o la fuente de la que nutrirse para encontrar esa «creatividad del amor» a la que el Papa nos ha pedido tantas veces que recurramos, especialmente en este tiempo tan estrecho marcado por la pandemia. Y para ello, padre del valor creativo es precisamente una de las formas en que el Papa lo define en la Patris Corde.

Así, nuestros lectores podrán conocer a José a través del texto de la Carta y de los artículos que la acompañarán de vez en cuando. Será una forma de escuchar al hombre de los sueños, otra dimensión, la de los sueños, tantas veces recordada por Francisco que la vincula inseparablemente a la dimensión de la profecía. José es el hombre de la disponibilidad pronta y dócil a la voluntad del Señor. Es el novio que guarda lo más precioso que se le ha confiado. Es el padre cuyo corazón -como escribió Anna Maria Canopi- «vigila incluso en el sueño». Pero también es el hombre que sabe tomar decisiones decididas y llevarlas a cabo para proteger a María y al Niño. De hecho, sabe, como dice el Salmo, que «el Señor vela por el camino de los justos», aunque pueda parecer incierto y arriesgado. José es el padre que actúa en la sombra y en silencio. Qué ejemplo a contracorriente, y no sólo para los padres, en un mundo que parece repetir obsesivamente que para «realizarnos» debemos sentarnos en primera fila y tener la última palabra. Pero José es sobre todo el hombre que vive con alegría la obediencia al Padre, porque sabe que sólo así el amor encuentra su perfecta realización.